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Por qué empezar el día con una dosis de naturaleza puede cambiar tu salud mental

En los últimos años, científicos de distintas disciplinas han llegado a una conclusión cada vez más sólida: un pequeño contacto con la naturaleza al comenzar el día puede tener efectos profundos en nuestra mente y en nuestra capacidad para afrontar el estrés cotidiano.


Desde un simple paseo entre árboles hasta abrir la ventana para escuchar el canto de los pájaros, la evidencia muestra que estas experiencias no son un lujo, sino un componente fundamental del bienestar humano.

“Las rutinas modernas han reducido dramáticamente nuestras oportunidades de conexión con entornos naturales”, explican investigadores del Centro para Biología de la Conservación de Stanford. Y ese cambio, impulsado por la urbanización y el aumento del tiempo frente a pantallas, está teniendo consecuencias visibles para nuestra salud mental.



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La naturaleza y el cerebro: lo que dice la ciencia


Uno de los análisis más influyentes proviene del equipo liderado por Gregory Bratman, quien revisó décadas de estudios en neurociencia, psicología ambiental y planificación urbana. Su conclusión es clara: la exposición a la naturaleza mejora el estado de ánimo, favorece la claridad mental y reduce marcadores fisiológicos de estrés.

La investigación muestra efectos consistentes:


  • Mayor bienestar psicológico: incluso breves exposiciones aumentan la sensación de calma, felicidad y propósito.

  • Mejor memoria y atención: caminar en un entorno natural mejora la memoria de trabajo y la capacidad de concentración en comparación con hacerlo en zonas urbanas densas.

  • Reducción del estrés: tanto imágenes como sonidos naturales disminuyen la activación del sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de alerta.

  • Menor riesgo de ansiedad y depresión: diversos estudios longitudinales asocian vivir cerca de áreas verdes con menores tasas de síntomas depresivos.



Según Bratman y su equipo, estos beneficios desencadenan lo que llaman “servicios psicológicos del ecosistema”: un aporte silencioso y cotidiano que los entornos naturales entregan directamente a nuestra salud mental.



La primera hora del día: un momento crítico para regular la mente


El impacto es especialmente fuerte en las primeras horas de la mañana. La evidencia indica que, al despertar, el cerebro está más receptivo a estímulos capaces de modular la atención, el ánimo y la regulación emocional. Exponerse a elementos naturales —luces suaves, sonidos del entorno, vistas de vegetación o pequeños paseos— puede actuar como un regulador temprano que influye en cómo enfrentamos el día.

Un estudio experimental citado por Bratman (2012) mostró que breves caminatas matutinas en entornos naturales mejoran la claridad mental y reducen el pensamiento rumiativo, un factor de riesgo central para la depresión. Del mismo modo, investigaciones posteriores sugieren que el simple acto de escuchar sonidos de naturaleza —como agua, viento o aves— también produce efectos medibles de restauración cognitiva.


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La pérdida de contacto con la naturaleza: un fenómeno global


Los investigadores advierten que las oportunidades de contacto cotidiano con la naturaleza están disminuyendo. Con el crecimiento urbano, muchas personas —especialmente quienes viven en zonas con menos recursos— tienen escaso acceso a áreas verdes o parques de calidad. Este fenómeno, conocido como “extinción de la experiencia”, afecta especialmente a niños y adolescentes, que crecen sin referencias naturales directas.


La evidencia también muestra que estas desigualdades de acceso se traducen en desigualdades en salud mental.



Un pequeño hábito que puede marcar una gran diferencia


Empezar el día con una “dosis de naturaleza” no requiere grandes cambios:

  • Abrir la ventana y escuchar el entorno.

  • Caminar 10 minutos cerca de árboles o jardines.

  • Tomar desayuno mirando una planta, un patio o el cielo.

  • Poner sonidos de naturaleza probados en estudios científicos.

Los beneficios se acumulan con el tiempo: pequeños momentos regulares generan efectos más profundos que exposiciones largas pero esporádicas.



Un recordatorio simple: la naturaleza es un recurso de salud

Vistos en conjunto, los estudios sugieren una verdad que muchas culturas han intuido por siglos: nuestro bienestar depende en parte de nuestra relación cotidiana con el mundo natural. Y aunque los mecanismos neuronales aún se investigan, la recomendación ya es clara para urbanistas, médicos y científicos: integrar la naturaleza como parte de la vida diaria, especialmente al comenzar la jornada.



Referencias


Bratman, G. N., Hamilton, J. P., & Daily, G. C. (2012). The impacts of nature experience on human cognitive function and mental health. Annals of the New York Academy of Sciences, 1249(1), 118–136. https://doi.org/10.1111/j.1749-6632.2011.06400.x

Bratman, G. N., Anderson, C. B., Berman, M. G., Cochran, B., de Vries, S., Flanders, J., … Daily, G. C. (2019). Nature and mental health: An ecosystem service perspective. Science Advances, 5(7), eaax0903. https://doi.org/10.1126/sciadv.aax0903

 
 
 

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